Es una «gozada» la celebración de este Domingo de Ramos, en que pequeños y grandes, portando sus ramos, llenan nuestro templo y alrededores. La lluvia no permitió que el paso de «LA BORRIQUILLA» saliera a la calle para bendecir a las numerosas personas que se congregaron, desafiando el mal tiempo. Pero el párroco y el vicario se encargaron de que las gotas de agua bendita, portadoras de la gracia del Señor, llegaran a todos cuantos vinieron a buscarla. Los niños, gozosos, porque pudieron regalar a sus padrinos la palma bendita, como es tradición en nuestra tierra, y recibir, a cambio, el tradicional «bollu». |