Tarde de Jueves Santo en la Parroquia. Jesús nos invitaba a sentarnos a la mesa como discípulos. Y la Cena se hizo compromiso de amor al estilo del Maestro. Con el Lavatorio de los pies Jesús nos dejaba una maravillosa lección del auténtico amor que se hace servicio a los humildes y pequeños. Y nos entregaba el pan y el vino, su Cuerpo entregado y su Sangre derramada, para que repitiésemos ese gesto de fraternidad y perpetuásemos su pasión, muerte y resurrección en el futuro. Quedó así convertido en alimento de vida eterna.
Un poco más tarde los acompañamos en ese momento trágico en que tenía que decir Sí al cáliz amargo que se le presentaba y beberlo hasta las heces.