Ya se ha hecho costumbre en nuestra Parroquia de Begoña el terminar la catequesis todos los años con un paseo de fin de curso a la Quinta de San Eutiquio. Y un año más allá que nos fuimos. Un grupo de valientes, entre los que había de tamaños y edades diferentes, hicimos el camino de ida y vuelta andando. Otros, alegando diversos motivos, se acercaron en coche. Lo cierto es que fue una fiesta doblemente familiar, por aquello de que la convivencia entre las familias de los niños de catequesis da como resultado una “familia-comunidad-parroquial” más unida. La Misa en la capilla nos dio oportunidad de dar gracias a Dios por todo el año de catequesis que hemos pasado juntos y los dones que hemos recibido. El momento de la comida compartida también fue tiempo propicio para fraternizar. Y los diversos juegos nos ayudaron a competir sanamente, disfrutar y cansarnos, en especial los que ya hemos pasado de los cuarenta. Y de nuevo la Virgen de Begoña nos echó una mano al regalarnos un día tan apropiado en lo meteorológico. Tras la lluvia del día anterior, nadie iba a pensar en un sábado tan ideal para el paseo: ni lluvia, ni calor, ni frío. ¡Perfecto! ¡Ni elegido a propósito! Sólo nos queda la pena de que hubo algunos que se perdieron un día de tanto gozo y alegría. ¡Ya saben para otro año!