Espiritualidad de Santa Teresa

ESPIRITUALIDAD DE SANTA TERESA
Espiritualidad de Teresa

        En literatura, Teresa de Jesús es reconocida como «la elegancia misma» (dicho por fray Luis de León), y como acuñadora del idioma (Azorín). Afortunadamente se conservan «autógrafos» casi todos sus escritos en la Biblioteca del Escorial, en Valladolid y en Sevilla.   Sus grandes obras han sido reproducidas recientemente en facsímil, para estar directamente    al alcance de filólogos y estudiosos de la espiritualidad.

       Como escritora y como pensadora, Teresa comienza narrando su propia vida, con especial atención al aspecto interior (aspecto psicológico) y al cúmulo de gracias recibidas por ella (aspecto místico). De esta experiencia personal recaba ella su gran síntesis doctrinal. A   las lectoras íntimas les propone por base una serie de valores y virtudes evangélicas, fundados en «el amor de unos a otros» y en el temple de voluntad, que ella denomina «determinada determinación». Insiste en que no hay desarrollo de la persona ni de la vida religiosa sin un ulterior intento de apertura a lo trascendente o de relación pe rsonal del hombre con Dios, relación que ella concentra en la práctica de la oración personal, definida como «trato de amistad con Cristo o con Dios» y que se debe convertir en resorte propulsor de acción al servicio de los hermanos. Y finalmente, lo mismo que san Juan de la Cruz, se eleva al plano místico de la relación descendente de Dios con el hombre, hasta poner en marcha el proceso de unión del alma con la divinidad: es el contenido de su Castillo interior. Para ilustrar simbólicamente el místico proceso de la unión, Teresa recurre, como los grandes místicos, al bíblico «Cantar de los Cantares» y al correspondiente símbolo esponsal.

          En la historia del pensamiento moderno, ya destacó el filósofo H. Bergson que la función especial desempeñada por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, es la de testificar no sólo el hecho religioso humano, sino la realidad de Dios. Teresa, especialmente, es un «testigo» puro e irrecusable de Dios y de su misteriosa presencia en la historia de los hombres y en la vida de cada persona. Por eso ella, más que poseer un sistema de pensamiento, es una acuñadora de símbolos literarios, cercanos al hombre de hoy, y una maestra de diálogo con el lector que se acerca a sus libros.

 

P- Tomás Álvarez, ocd.